Joana Santamans nos lleva de nuevo hasta su mundo pictórico con el volumen Vida. Herbario ilustrado, 200 ilustraciones de las plantas y flores silvestres de los paisajes que tenemos más cerca. Un libro en el que la artista ha utilizado la técnica mixta con acuarela y óleo, para pintar los helechos y la cola de caballo, las especies más antiguas de la Tierra, las hierbas dicotiledonias y las monocotiledonias, los arbustos y las lianas, y los árboles. Aunque también encontramos algunas ilustraciones con fondo negro y pintadas totalmente al óleo.
Vida. Herbario ilustrado es el segundo libro que Joana Santamans publica en Bridge, donde ya realizó Vida. Bestiario ilustrado. Entonces, los protagonistas eran los pájaros, las mariposas, los insectos, los peces y las criaturas marinas. Los dos libros tienen el mismo objetivo: acercar el medio natural a todos los públicos, ya sean especialistas o no, y transmitir el amor que siente la autora por la naturaleza que nos rodea.
Un volumen riguroso que además de las ilustraciones cuenta con los textos de Kike Ballesteros, investigador, científico y responsable del grupo de investigación Benthic ecosystem functioning del Centro de Estudios Avanzados de Blanes, en Barcelona, galardonado con el Premio de Medio Ambiente del Instituto de Estudios Catalanes. Ballesteros no solo describe cada una de las plantas y los árboles, sino que explica sus propiedades medicinales, recuperando la tradición popular.
«Dicen que la originalidad consiste en volver al origen y parece que mi camino de pintora me lleva justamente a eso: a contemplar las infinitas formas de la naturaleza. La observación detenida que necesita el dibujo me ayuda, de alguna forma, a entender profundamente cada especie y eso me inspira y me enamora del mundo. La disposición de las hojas, la estructura de los nervios, los mil colores de los pétalos, las formas y distribución de los estambres y los pistilos y mil cosas más son toda una aventura que la naturaleza ha esculpido por algún motivo de supervivencia.
Kike me ha explicado que a nivel molecular hay más parecido entre un pino y yo que entre una alga marrón y una verde. Curioso ¿no? Según parece, los humanos estamos evolutiva y estructuralmente mucho más cerca de las plantas verdes que de otros grupos de organismos como las algas marrones o las setas. Ahora, me miro el ficus de casa con una mirada de fraternidad profunda. ¡Es curioso cómo cambia el enfoque de la vida cuanto amplías conocimientos!
Sin embargo, este no es un libro científico, sino que se acerca a las plantas desde el punto de vista de la pintura. Sería muy poco honesto por mi parte pretender convertir el libro en una guía científica de botánica. Es por este motivo que decidimos capitular el libro utilizando una nomenclatura totalmente popular y sencilla, teniendo en cuenta lo que a mí me apetecía dibujar: helechos, hierbas con flores, arbustos, lianas y árboles. Como el grueso principal de las plantas que quería dibujar eran las flores silvestres, con Kike decidimos dividir este gran grupo en dos capítulos: «Hierbas I (dicotiledonias)» y «Hierbas II (monocotiledonias)», aprovechando esta gran división de la ciencia botánica que tiene que ver con la estructura de sus semillas. En los arbustos, lianas y árboles no hemos hecho distinciones. Y la cola de caballo la hemos añadido al capítulo de los helechos, ya que están emparentados porque todos ellos se reproducen a través de esporas.
Después de la experiencia creativa con el primer volumen de Vida donde utilicé solo acuarela y los lápices acuarelables, para este nuevo volumen he buscado una mayor riqueza cromática con pinceladas al óleo sobre acuarela. Como el tiempo de secado de la pintura al óleo es bastante largo, he ido colgando todas las láminas con pequeños clavos y pinzas en las paredes de mi estudio. Era bonito ver como las paredes iban quedando cubiertas de plantas silvestres. Viendo todo el conjunto de dibujos me he podido hacer una idea de conjunto en lo que se refiere a formas, intensidad y cromatismo. He visto claro que la cubierta del libro tenía que ser con fondo negro esta vez. Los colores sobre negro vibran todavía más y las formas quedan más inquietantes haciendo un juego de sombras y luces.»
Del prólogo de Joana Santamans