Túnez cuenta con impresionantes regiones y ciudades que merecen ser visitadas al menos una vez en la vida. En el extremo meridional del golfo de Hammamet nos encontramos con uno de estos lugares: la ciudad portuaria de Monastir.
Construida sobre un cabo que se sumerge en aguas de color turquesa, goza de un clima suave que permite disfrutar de un baño en sus playas durante todo el año. Sus calles albergan una vibrante actividad que se entremezcla con la fuerza de su legado histórico.
A pocos minutos de Monastir se encuentran largas playas de arena fina y espléndidos hoteles en los que alojarse durante las vacaciones, concentrados, sobre todo, en las famosas playas de Skanès y en Dkhila. En ellas, además, se pueden realizar numerosas actividades acuáticas como windsurf, submarinismo y paseos en barcos desde los que admirar la belleza de un litoral azul sembrado de islas e islotes.
Destaca la riqueza de su patrimonio histórico y la permanencia de las tradiciones en esta localidad de aspecto abierto y moderno, que vive bajo la benévola protección de su Ribat, una fortaleza musulmana del siglo VIII. En la actualidad, está considerado uno de los monumentos más impresionantes de Túnez y alberga en su interior un museo islámico, donde pueden admirarse manuscritos y estelas grabadas, entre otros.
Junto al Ribat se alza la Gran Mezquita, del siglo IX, con su sorprendente galería porticada de arcos apuntados, apoyada sobre columnas que son ruinas romanas de Ruspina, antiguo nombre de Monastir. Al norte del Ribat se encuentra el cementerio de Sidi el Mezeri, donde causa expectación el mausoleo de la familia Habib Bourguiba. El edificio es un monumento admirable por su cúpula dorada y sus dos esbeltos minaretes. El patrimonio de la región también se demuestra en los trajes de fiesta tradicionales, completamente bordados con lentejuelas e hilo dorado, que se exponen en el Museo de las Artes y Tradiciones Populares.
En torno a una extensa explanada de reciente creación, varios monumentos antiguos relatan la historia de la ciudad. La moderna mezquita de Bourguiba, construida en 1963, ha respetado la arquitectura tradicional y cuenta con 19 puertas de madera de teca labrada ante las que detenerse para observar la gran labor de los artesanos. En este templo se honra el recuerdo de un primer presidente del Túnez independiente, natural de Monastir.
Los más pequeños de la familia también encontrarán en Monastir un lugar en el que divertirse, ya que cuenta con su propio parque de atracciones, Douar Kortine, donde se presenta una puesta en escena de la vida tradicional. Por su parte, los amantes del golf no pueden perderse dos estupendos campos de 18 hoyos cada uno, rodeados de grandes palmeras y campos de olivos.
Para seguir conociendo Monastir es necesario visitar su animado bazar –donde comprar algún recuerdo y productos locales–, el puerto pesquero, los pintorescos barrios de pasajes abovedados y sus callejones cargados de fragancias. No podemos olvidar impregnarnos de la rústica sencillez de los modos de vida de los tunecinos, poniendo especial atención en la originalidad de sus trajes y joyas beduinas.
Por otro lado, la ciudad seduce igualmente a quienes buscan relax y mimo personal, ya que cuenta con dos centros de talasoterapia donde se puede elegir entre una amplia variedad de cuidados de salud y belleza con todas las propiedades beneficiosas del mar, bajo una estricta supervisión médica. A estos, hay que añadir varios centros de balneoterapia que permiten que este enclave turístico cumpla con las expectativas del viajero moderno.