En La Cabezonada, un pueblo situado a los pies de la Sierra Ferrera, 6 amigos han construido una pequeña fábrica de cerveza: poniendo ladrillos, diseñando los equipos y el proceso, bebiendo cerveza paso a paso buscando un producto único y diferente. Una cerveza que se guarda y distribuye en botellas retornables y cajas hechas a mano por ellos para presevar y cuidar al máximo el medio ambiente. Hablamos con Miguel Puyalto, socio fundador y encargado de ventas de Cerveza Rondandora, para que nos descubra este proyecto de cerveza artesana.
Se debe partir de un estudio exhaustivo de la receta, contar con los mejores ingredientes, que siempre estén frescos y seguir el proceso de forma minuciosa.
Nuestra filosofía cervecera va de la mano de la filosofía vital. En primer lugar, buscamos que el nivel de calidad sea alto y en ese sentido tratamos de ser exigentes con los ingredientes, los procesos y sobre todo con nosotros mismos. De igual modo, nuestra cerveza intenta ser una bebida que ayude al desarrollo de nuestro entorno, con iniciativas como la donación de Tronzadora. Finalmente destacaría valores como la amistad, que nos permiten seguir tirando en momentos duros y motivarnos unos a los otros cuando alguno decae.
Absolutamente. La preferencia por una cerveza u otra es algo muy personal, y cuanto más se cuida esa selección, más se puede disfrutar de su degustación. Por ejemplo, Rondadora Blanca y Rondadora IPA son cervezas que apetecen más en días de calor, en cambio Onso puede salvarte de una congelación en pleno invierno mientras disfrutas de su sabor.
Utilizamos variedades de lúpulo de muchos países, Estados Unidos, Alemania, Polonia, etc. Actualmente están apareciendo productores pequeños en lugares cercanos y ya estamos contactando con ellos para utilizar su lúpulo.
Es un proceso tan complejo como ilusionante. Tratamos de imaginar la cerveza ideal para nuestro paladar y que pueda gustar a la gente y en eso nos basamos.
Como en muchos otros aspectos, la legislación es descomunal e inabarcable. Dificulta en muchos casos la supervivencia de las microcervecerías.
Nuestro producto es totalmente distinto. Tenemos que apostar por la originalidad, la calidad y destacar las ventajas de las cervezas más locales en un mundo localizado. Cada detalle debe ser cuidado y eso el cliente acaba percibiéndolo. Desde luego no podemos entrar en la guerra de precios y volúmenes en la que porfían las grandes cerveceras.
Tratamos de reutilizar todos los envases de vidrio. Nuestras botellas son serigrafiadas y nos hemos preparado logísticamente para su retorno y nuevo uso. Lo mismo sucede con nuestras cajas de reparto. Por otro lado, el bagazo que extraemos tras la maceración sirve de alimento para terneros y los restos de levadura se los llevan ocasionalmente productores de miel.
No. El clima de nuestro entorno es cada vez más lluvioso y parece que la tendencia evitará que nos quedemos sin agua, nuestro principal ingrediente.
Desde que apareció en germen de la cerveza artesana en las grandes ciudades el público no para de crecer y hacerse más exigente. La calidad de las cervezas se ha incrementado considerablemente y la variedad de estilos es casi infinita. Todo eso ayuda al pequeño productor.
De momento queremos seguir organizando el Festival Rondadora, que este año tendrá divertidas novedades. Nos gustaría ser capaces de sobrevivir a los bandazos de la economía y además poder contar cada vez con ingredientes más cercanos, acercándonos a la autosuficiencia.
CulturaHace 5 años
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