Todo comienza en el año 1995 cuando se inicia la transformación de la masa forestal de coníferas para su adecuación al viñedo. Entonces, como sueño y pasatiempo de Jose Angel se plantan 3 hectáreas de Hondarrabi Zuri. Esto aumenta con algunas viñas más hacia el año 1998 elaborando los frutos en otro lugar. Es ya en 2001 cuando se realizó la primera vendimia en las instalaciones ya construidas.
En la actualidad, Bodega Berroja como bodega elaboradora, cuenta con una gran superficie utilizable y un amplio ventanal exterior sobre el viñedo y paisaje de la zona, que va cambiando a lo largo del día en función de la iluminación solar disponiendo de diferente fondo a medida que transcurre el día.
Buena uva y que tenga un origen definido y homogéneo.
Tenemos una misma tipología de suelo, con laderas de pendiente media, lo que hace que en un clima lluvioso como el nuestro el agua percole y no se estanque, una insolación completa del sol a lo largo del día que se distribuye sobre las plantas de forma uniforme. Por eso la mineralidad y la acidez son nuestra característica principal.
Aunque el cambio antropogénico, lo tenemos ya entre nosotros, aún nos queda mucho por sufrir sus efectos, dada nuestra latitud. Los efectos producidos por las precipitaciones y la carencia de frio, hacen que los hongos se desarrollen con más vigor y las sequías del final del verano mermen a las uvas para que la planta pueda subsistir, y eso debilita las condiciones bioquímicas de las bayas y de sus nutriente y jugos.
Existe un error con esta palabra. Txakoli es el lugar de elaboración y consumo, es el equivalente a la sidrería. Es un lugar de trabajo, fiesta, gastronomía, es un espacio social y publico donde antiguamente se celebraban actividades lúdicas vinculadas al vino y a la cultura tradicional de la sociedad rural o urbanita que accedía al txakoli a compartir y disfrutar.
Txakoli sería la expresión más antigua del enoturismo, en el que está vinculada, la bebida elaborada en el sitio donde se bebe este, con la actividad gastronómica del lugar y que finalmente se complementa con actividades tradicionales en las que los efluvios del vino bebido conllevan a nivel de retos y disfrute.
El concepto moderno lo ha llevado hacia el vino, pero en euskera el vino se llama ARDOA y el vino local se bebía en los txakolis que poblaban los entornos urbanos o que se distribuían en el medio rural como lugar de disfrute gastronómico y social, lo que ahora llamaríamos turismo del vino. Ir a la bodega a beber, y comer producto local y luego disfrutar de la compañía que allí se concentra para pasar el rato y celebrar eventos sociales de todo ámbito.
Lo primero el imponente paraje en el que estamos, con unas vistas en proximidad y lejanía, que son únicas y muy exclusivas. Después disfrutar de un viñedo de 25 has. En un solo contorno que lo hace exclusivo, en el ámbito del txakoli y a su vez, casi único, por su iluminación, vistas dominantes de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, sus horizontes, etc. etc.
Luego la naturaleza que nos rodea, el ver un jabalí o un corzo no es nada extraño y el vuelo de aves de las más diversas y peculiares, no se encuentran en cualquier espacio. Por otra parte, está el concepto de exclusividad y de atención personalizada al enoturista, a la visita o al grupo que viene a nuestro Txakoli.
Luego otra diferenciación es el competo conocimiento del entorno y de sus recovecos, lo que nos permite ver y orientar al visitante para organizarle visualmente y de hecho, las posibilidades de visitar parajes que se ven desde nuestro viñedo o comer en lugares que son señalados desde el propio espacio de la bodega o del viñedo, o disfrutar de un producto local fruto de los elaboradores artesanales locales, que son y forman parte de nuestra vida diaria y cotidiana, por ser, o clientes nuestros o proveedores de servicios o productos locales y con los que colaboramos en múltiples actividades, de promoción y eso nos permite disfrutar de sus productos y de su experiencia sin prácticamente salir de entorno. Lo único que no es local es el jamón y sus derivados, pero en eso también, buscamos y trabajamos para que el producto sea totalmente artesanal y de origen.
Para nosotros lo más importante es la tierra y el mar y lo que estas producen y en las que trabajamos y por ello nos esmeramos en conseguir productos donde esté presente la artesanía local y el esplendor del trabajo callado y continuo de aquellos que trabajan en el mar y en la tierra que nos rodean.
Finalmente las instalaciones y su distribución, luchamos desde el principio por conseguir fibra óptica para el espacio y nos costó, pero se consiguió y eso es una gran avance en el mundo rural, luego la amplitud y la conformación de los espacios, su integración en el medio natural, disponemos de 1700m2 construidos y están prácticamente todos ellos enterrados, lo que hace que la temperatura de los txakolis en la bodega, este regulada por la propia tierra, sin saltos térmicos elevados, sin consumos desorbitados de energía y su repercusión medioambiental, su integración paisajística, sus vistas sobre el viñedo, etc.
Todos ellos valores diferenciales, que de alguna forma nos diferencian por estar en un medio rural y a su vez estar conectados con el mundo en un clic o a media hora del centro de Bilbao o del aeropuerto de Loiu.
Son unos grandes desconocidos. Existen las marcas más comerciales fruto del marketing que son las conocidas, pero luego hay una serie importante de bodegas de autor, con productos singulares que solo a través del descubrimiento personal se pueden disfrutar y gozar. El futuro es un gran desconocido, pero llegara a sorprender y a ser descubierto, aunque ello conllevara su tiempo y su espera, pero merecerá la pena.
Es fundamental el posicionamiento que se realice del vino elaborado y sobre todo el romper con antiguos mitos o leyendas urbanas que actualmente no aplican al txakoli. Como el txiquiteo, el consumo en el año, solo para alternar, o para comidas ligeras, etc. etc.
El futuro es el de un vino gastronómico, con gran capacidad de maridaje diverso y con un envejecimiento desconocido y aun no evaluado a nivel de prescriptores y especialistas en este tipo de bebida.
Trabajar bien, elaborar con ilusión y poner en valor el fruto de la vid y del viticultor. El público joven madura, evoluciona y se introduce en el vino cuando dispone de un nivel cultural, económico y social, dejando la cerveza para lo más cotidiano y mundano, pero cuando se busca celebración y diversión con sentido y ganas se va al vino y no al peleón, sino al que tiene valor añadido, esfuerzo, trabajo y calidad, habrá que elaborar menos, pero elaborar mejor y con más calidad.
El futuro es una caja de sorpresas y de retos, y en ellos estamos: internacionalización, apertura al mercado nacional, desarrollo del enoturismo de empresa, desarrollo de la sostenibilidad dentro de la Carta Europea de Turismo sostenible, mejoras tecnológicas en la plantación y en la elaboración, generación de nuevos productos, rosados, espumosos, tinto. Desarrollo de la actividad hotelera en el viñedo, adaptación al cambio antropogénico con medidas de sostenibilidad, etc. etc.
Como se puede ver, muchas ideas para un futuro incierto, pero si no hay visión de futuro, no hay actividad de viticultura. La viña es el motor de todas estas iniciativas y ella marca el paso, el resto solo es fruto de la ilusión y de la esperanza en un futuro mejor que, al ser desconocido e incierto, es el inicio de la esperanza y se repite el ciclo vital nuevamente.
Otros vendrán y si la viña sigue, harán cosas nuevas y esperemos que mejores y más gustosas.
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